El concepto del enfrentamiento armado

El concepto del enfrentamiento armado

Por CECILIO ANDRADE



¿Qué sucede durante un enfrentamiento armado y cuáles son las mejores técnicas para lidiar con este problema? Dada la enorme cantidad de variables que intervienen, hoy en día la pregunta sigue sin poder responderse con total seguridad.

Desde la época de la conquista del Oeste Americano, con su conocido desenfundar rápido y apuntar con calma, seguido por sus distintas variaciones hasta el Point Shooting de Rex Appelgate para acabar en las modernas técnicas del tiro defensivo actual, la motivación siempre ha sido la misma, ofrecer soluciones a lo que sucede durante un enfrentamiento armado. Hay quien dice que el mundo del tiro defensivo ha entrado en una nueva época, en la cual viejos conceptos son retomados bajo nuevas formas.

Estadística, tecnología y nuevos sistemas pedagógicos de instrucción ayudan mucho a ofrecer un cuadro más o menos patente de lo que ocurre en el enfrentamiento armado. Pero para poder perfilar claramente ese cuadro es ineludible conocer antes a quien nos enfrentamos, conocer al enemigo.


El enemigo… armado.


Existen infinidad de estadísticas y datos sobre la criminalidad actual. Bandas, mafias y terrorismo es la calaña con la que el siglo XXI parece haber nacido, nada nuevo en realidad. Lo novedoso es el enorme nivel táctico, tecnológico y asociativo que estas organizaciones parecen poseer actualmente. Además, a todo esto debemos añadir una desmesurada capacidad de ejercer la violencia de forma brutal, inhumana y por si fuera poco, totalmente absurda para una mente racional.

En los países occidentales las muertes por armas de fuego se ha incrementado en un 80 por ciento en el primer lustro de siglo, lo que parece demostrar que la eficacia técnica del criminal también ha tenido un incremento. El ciudadano común tiende ha pensar esto mismo, pero añadiendo un dato preocupante, la mejora técnica de su contraparte, las fuerzas policiales y militares, no han seguido el mismo crecimiento. Algo que como veremos no es en modo alguno correcto.

Algo muy preocupante es que generalmente el criminal, si tiene el infortunio (para él, que no para el ciudadano) de acabar en prisión,goza de las veinticuatro horas del día para estudiar los distintos modus operandi, y, lo que es más preocupante, intercambiar información con los demás reclusos, lo que acaba constituyendo cualquier cárcel en una auténtica universidad del delito. Esta dedicación exclusiva (no tienen otra tarea) genera que rápidamente se conviertan en especialistas en la materia por la que hayan optado para delinquir.

Pero no debemos llevarnos a engaño, el criminal es quien cae en la mayor parte de las ocasiones, y esto es así en prácticamente todo el globo. Salvo en casos muy concretos su nivel de instrucción con armas de fuego es bajo o muy bajo, siendo habitual que Hollywood sea el instructor predilecto, además de otras vías más técnicas como Internet. Raro, pero no por ello descartable, es el criminal con un nivel medio-alto, y mucho más raro, y por tanto más peligroso, el criminal con un nivel muy alto de adiestramiento.

El hecho es que la inmensa mayoría de los criminales, del pelaje que sean o presuman ser, deben considerarse poseedores de niveles bajos y muy bajos de instrucción. Entonces, ¿qué factores influyen en su aparente eficacia?

Estos factores poco tienen que ver con su adiestramiento previo,sino más bien con la situación que representa y genera un enfrentamiento armado, en lo que se denomina dinámica del enfrentamiento.

Existen infinidad de informes, estudios y estadísticas de todo el mundo y todo entorno social. Las conclusiones que se sacan de su análisis son aterradoras, si bien, para un experto, quizá nada sorprendentes.


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Análisis del enfrentamiento armado


Si consideramos tres parámetros de estudio en concreto, como son:que de cero a cuatro metros y medio es la distancia tipo para el enfrentamiento en un entorno urbano; que los agresores poseen nula o muy poca instrucción en el uso de armas de fuego; y a esto, sumamos datos cruzados de enfrentamientos reales y ensayos con voluntarios en campos de tiro, el resultado es totalmente esclarecedor sobre el porque de la aparente gran eficacia del criminal armado.

En el 48 por ciento de los casos estudiados los agresores dispararon de forma instintiva a la cabeza. El resultado es que de tres disparos al menos uno alcanza el área seleccionada. La cabeza es la zona escogida tan solo por que es donde el agresor fija su mirada cuando decide actuar.

Hasta seis metros los disparos suelen agruparse entre la cabeza,cuello y zona superior del tórax. Y aquí surge un detalle curioso y contradictorio.

La mayoría de los especialistas suelen considerar como dato inapelable que un tirador inexperto llevará sus impactos hacia la zona contraria de la mano que empuña. Si es diestro sus impactos irán hacia la izquierda del blanco. Pues bien, la experiencia en galerías de tiro y los datos reales contrastados demuestran que lo normal es todo lo contrario, los impactos tienden a agruparse en el mismo lado que la mano que empuña, mano derecha lado derecho del blanco.

En más del 75 por ciento de los casos estudiados, los tres disparos fueron realizados en un lapso de tiempo comprendido entre 1 y 1.25segundos, incluyendo en este intervalo la corrección de puntería tras el primer disparo.

Esto contrasta con otro dato hasta ahora estimado como inamovible, que el enfrentamiento solía resolverse entre 3 y 6 segundos normalmente; hoy en día se considera prudente el intervalo mucho más corto de 1.5 segundos como límite.

El mejor razonamiento que podríamos aplicar a todo lo anterior, sería el de anticipar la agresión y sorprender al adversario. Pero entonces surgen dos cuestiones básicas, comunes tanto a militares como a policías, ¿hasta donde es posible anticipar el ataque? y la que quizás sea la pregunta más evasiva de la ecuación ¿que justificación moral, ética y/o legal podríamos aplicar a un ataque preventivo de esta índole?

En la mayoría de los enfrentamientos producidos en un entorno urbano, el operador simplemente reacciona ante la amenaza, y esto es consecuencia de cuatro razones principalmente:


• Nunca es el operador quien decide el enfrentamiento, sino el criminal el que selecciona tanto el momento como el lugar. Cuando el agente o el militar percibe la situación ya está sobreviniendo el asalto dirigido por el criminal en todas sus fases, acecho, aproximación y ataque.


• El operador necesita justificar su acción, poseer un argumento legal, y esperar a que surjan indicadores de un peligro inminente y real, el arma en manos del agresor, y por supuesto, ser apuntado por ella. Es posible que a muchos les parezca ingenuo, pero la gran mayoría de los profesionales armados se condicionan a si mismos a retrasar su respuesta ante un ataque debido al temor, lógico y fundamentado, de la consecuencia legal.


• La acción, cualquiera que sea, siempre es más rápida que la reacción, el operador atacado debe primero procesar la información antes de plantear siquiera el actuar de forma alguna. Esto es conocido como ciclo OODA, Observar, Orientar, Decidir y Actuar, y demuestra que cada individuo opera con un ciclo único y personal de rapidez y precisión.


La rapidez se basa en la respuesta mental, en la capacidad de procesar la información y los cambios en el entorno. El coronel John Boyd, creador del concepto, demostró que es posible paralizar al enemigo mediante el reprocesamiento de su ciclo OODA, o dicho de forma más sencilla, actuando de forma sorpresiva y más rápido que él, con lo cual debe volver a realizar todo su ciclo, con la pérdida de tiempo que ello conlleva.

En cuanto a la precisión, esta es determinada durante la fase de orientación, en la cual la información es filtrada, organizada y comparada. Boyd consideraba la fase de orientación como la más importante del ciclo, al precisar esta la forma de interactuación con el entorno; y por lo tanto, definir la forma de como observamos,decidimos y actuamos.


• El tercer punto a considerar es el doble efecto de un ataque, el rebote mental y el ciclo de negación. Aunque ya el Bushido enseñaba que el samurai desde que abandonaba su casa hasta que regresaba a ella debía considerar que estaba bajo la vigilancia del enemigo, la realidades que nadie sale a la calle esperando encontrarse a la vuelta de la esquina ante una situación de vida o muerte. Y esto es así incluso para los militares destinados, después de un periodo más o menos largo, en misiones de mantenimiento de la paz. La sorpresa causa perplejidad, a la cual se une al efecto natural de negar en un primer momento lo que está ocurriendo. Esto, evidentemente, retarda el tiempo de respuesta.

Incluso estando en condición de alerta, en 1.35 segundos las cosas suceden muy rápido. Distancia y sorpresa matan la técnica, es una frase muy repetida por muchos profesionales armados.


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¿Cómo definir un enfrentamiento armado?


Esencialmente es responder ante un sujeto, o sujetos, decidido a actuar, separado de procesos emocionales que obstaculicen su capacidad de matar, director de un proceso que él inició y para el cual no necesita gran capacidad técnica con un arma para ser letal.

Enfrente tenemos al sorprendido operador. La mayoría de las academias e instructores le exigen anticipar la agresión, el evitar siempre ser tomado por sorpresa. La verdad es que es imposible transitar por la vida con un grado de alerta tal que impida cualquier sorpresa. Ya sea por agotamiento, por falta de capacidades cognitivas,o por ser imposible vigilar el 100 por cien del entorno en según qué circunstancias, la realidad es que siempre hay sorpresas.

Incluso anticipándonos al ataque, la sorpresa y el sobresalto dilatan los tiempos de reacción. Esto se demuestra perfectamente en los ejercicios de fuerza contra fuerza, en los cuales los operadores, con armas simuladas de airsoft, o con municiones de pintura simunition o UTM, actúan con el rol de agresor y agredido disparándose de forma no letal.


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Salir un rato del polígono de tiro y comenzar a interactuar de esta forma con compañeros, permite comprobar in situ la eficacia de determinadas técnicas aprendidas, supuestamente eficaces. Como cada persona es un mundo, la experiencia – correctamente planificada y supervisada - de interactuar con sujetos que no se conoce cómo van a reaccionar y que van a hacer todo lo posible por eliminar a su oponente, añade eficacia a la práctica convencional.

Este tipo de ejercicios han permitido depurar una serie de cuestiones comunes a tener en muy en cuenta, independientemente del nivel técnico del individuo.


• La velocidad de encare o desenfunde, dependiendo si es arma larga o corta la que se emplee, baja notablemente en situaciones dinámicas en las cuales debe moverse o forcejear.


• Introduciendo factores estresantes, el nivel de efectividad, definido por los disparos realizados respecto a los impactados, se reduce a tan solo un 30 por ciento. Mientras que este nivel estaba entorno al 75 por ciento en los ejercicios realizados en condiciones normales en galería.


• El reflejo reemplaza lo aprendido actuando como siempre se hace. Espor ello que la vieja consigna de las legiones romanas entrena como trabajas, trabaja como entrenas cobra máxima importancia y actualidad.


• A consecuencia de ejercicios limitados a los 90º frontales y a no romperlos, por seguridad, bajo ninguna circunstancia, se pierde la perspectiva de la espalda y los laterales. Este tipo de adiestramiento además de complicar aun más la visión de túnel, ya reducida por el mismo estrés, dificulta operar en entornos de 360°. Existe además un problema añadido, la dificultad para realizar el seguimiento de los disparos, sobre todo cuando se afrontan múltiples amenazas.


• Al llevar el arma hasta la línea visual, el área de impacto se concentra en la cabeza, pecho superior y las manos. Esto último debido a que se interponen delante la cabeza en el momento en que el individuo es alcanzado.


• Existe la tendencia a disparar con una mano y no usar las miras.


• Se tiende ha herir más que a neutralizar, con lo que luego pueden ser tomados por sorpresa por un blanco abatido que en realidad no lo está. Esto es consecuencia de dos errores en el adiestramiento, el primero es el de finalizar los ejercicios tras una serie perfectamente marcada de disparos, lo cual provoca el reflejo condicionante de no necesitar más para abatir a un adversario. Y por otro lado en una excesiva e infundada confianza en el poder de detención de las municiones empleadas.


• El índice de supervivencia se inclina por el que mantiene la movilidad hasta conseguir un abrigo adecuado. Aquellos que intentan presentar una posición de tiro estandarizada en distancias de 1 a 2metros suelen ser alcanzados De igual manera, quien apuesta por su velocidad de desenfunde o encare sobre la necesidad de quitarse de en medio, también suele ser abatido.

Actualmente, la mayoría de los profesionales coinciden en establecer seis puntos primordiales a la hora de definir las pautas del adiestramiento para operar en enfrentamientos armados:


• Teoría de la Seguridad Esférica.
• Zonas en lugar de líneas de seguridad.
• Movilidad.
• Habilidad para el empleo de ambas manos.
• Eficacia y precisión de los disparos.
• Transiciones dentro de distintos niveles de fuerza.


Seguridad esférica


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Si se considera que no siempre se podrá predecir de donde provenga el ataque, el operador debe estar preparado para disparar en cualquier dirección con eficacia y en el menor tiempo posible.

Creer que simplemente con girar o pivotar para enfrentar la amenaza es suficiente, no solo es poco realista, es casi suicida. Hay que aprender a trabajar bajo formas no convencionales.

Cualquier dirección significa que el agresor o agresores podrán estar situados alrededor, por encima y/o por debajo. Es lo que en seguridad se denomina Teoría Esférica de Protección.

Los 360° que implica una esfera no solo hacen referencia a un entorno más menos distante. Un operador puede verse obligado a forcejear en el suelo, o en desequilibrio, incluso ya cayendo. Todo ello implica olvidar el concepto lineal de vigilancia.


Zonas de seguridad


En consonancia con lo comentado en el apartado anterior, ya no se habla de líneas de seguridad, sino más bien de zonas de seguridad.

La mayor parte de los ataques son realizados normalmente por dos o más individuos, con lo cual no solo hay que prestar atención a quien está enfrente, sino también alrededor.

De forma general se establecen tres zonas:


Zona 1: De 0 a 1 metro, dentro de un radio en el cual es posible el contacto físico entre agresor y operador. Aquí la coordinación mano – arma es vital, a consecuencia de la premura de tiempo para realizar de forma simultánea una gran cantidad de acciones:impedir el desenfunde o encare del criminal, desviar su arma, defender la propia y/o luchar para desenfundar o encararla, y todo ello bajo una enorme carga de estrés a veces paralizante.


Zona 2: De 1 a 3 metros, distancia dentro de la cual no es posible el contacto pero que permite, según el caso, entrar dentro de la zona 1 de forma casi instantánea. En principio está demasiado lejana como para emplear técnicas de transición mano – arma, pero a la vez demasiado cerca como para que influya la velocidad de desenfunde o encare, y la posibilidad de cubrirse.


Zona 3: De 3 a 6 metros, distancia que permite un empleo eficaz del movimiento y las capacidades del operador en la manipulación de sus armas. El factor primordial es la velocidad de movimiento para salir de la línea de ataque, obligando a los agresores a recomenzar su ciclo OODA, y a la vez, el ser capaz de hacer uso del arma de forma eficiente y precisa.


Movilidad


De forma tradicional, en los programas de adiestramiento, solo se consideraba la velocidad de desenfunde o encare y la precisión en el tiro instintivo, pero hoy en día hay que añadir el concepto de movilidad agresiva.

Si bien el concepto de tiro en movimiento no es nada nuevo, si lo es el de considerar que este tipo de tiro debe ser preciso, y no simplemente una forma de obligar al agresor a cubrirse, mientras buscamos una posición más segura. Algo que por otro lado es poco probable que ocurra en los perímetros de trabajo que estamos comentando. Todavía hay pocos instructores convencidos de la necesidad de enseñar a salir de la línea de tiro, encarar, disparar con precisión en movimiento y continuar moviéndose.

Existen muy pocos programas de adiestramiento en los cuales los operadores aprendan a moverse eficazmente, y aun en estos, la mayoría de los desplazamientos enseñados son poco prácticos e innaturales. Esto hace que o vayan demasiado lento o simplemente se caigan, algo más habitual de lo que parece. Un correcto trabajo de pies, bailar como dicen algunos instructores, es algo sumamente inestimable en distancias cortas.

Se ha podido comprobar, tanto con datos de acciones reales como en ejercicios dirigidos, que quien deja de moverse se convierte en un blanco estático y asequible, tanto para un arma de fuego como para una punzo-cortante.


Empleo de ambas manos


En 1.35 segundos es muy difícil, e improbable, adoptar una correcta posición de tiro. Más movimientos equivalen a más tiempo perdido. Se ha comprobado que dentro de las zonas 1 y 2, hasta 3 metros, saber emplear una sola mano no solo añade velocidad, sin deterioro de la puntería, sino que además facilita el movimiento rápido, tanto para salir de la línea de tiro como para buscar un contacto físico.

En estas distancias, menos del 6 por ciento de los operadores emplean el sistema de miras, resultando imposible, por otro lado, su utilización dentro de la zona 1. Lo habitual es el empleo del Point Shooting y sus variantes.

La mano de apoyo, habitualmente retraída, tiende a ser más útil para otra serie de acciones como: desviar, agarrar, empujar, golpear, abrir puertas, tirar de vips o compañeros y otras tareas que necesitan realizarse mientras el operador dispara.


Eficacia y precisión


En distancias tan cortas y tiempos reducidos, es evidente que generar el mayor y más rápido efecto de detención es imprescindible. Hablar de balística y stopping power, amén de generar discusiones bizantinas interminables, podrían llenar decenas de volúmenes.

De forma general se considera que la neutralización mediante impacto al centro de masa (zona central del tórax) suele llevar tiempo. Tiempo del que quizás no se disponga contra un individuo que devuelve los disparos a 3 metros de distancia.

Comentar este hecho no es fácil, ya que quizás la opción más obvia es buscar zonas alternativas como la cabeza, algo no solo muy políticamente incorrecto para un operador, si no que a veces es imposible. No obstante, a partir de 5 metros el centro de masa sigue siendo la mejor opción.


Transiciones de fuerza


Hablar, golpear, usar un arma fuego, un arma de impacto o punzo-cortante, según como evolucione la situación puede ser algo sumamente difícil, pero no por ello menos necesario. La superioridad de un individuo con un arma de fuego comienza a ponerse en duda cuando choca con la realidad. A 2 metros de distancia, con un agresor cargando por sorpresa, todas las habilidades motoras de combate y las capacidades físicas y psíquicas se hacen vitales.

No siempre la mejor solución es la del arma más letal, ya que posiblemente no sea factible acceder a ella sin dejar huecos por donde penetre el ataque del adversario. Saber definir el momento y el riesgo facilitará el tomar una decisión u otra, sin perjuicio de que en el instante que lo permita pasar a otra vía alternativa, de mayor o menor letalidad o contundencia según sea necesario.


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A modo de corolario.


Se suele decir que el siglo XXI nació con el signo de la violencia, en realidad este estigma no ha abandonado a la humanidad en todo su periplo. Lo novedoso de la violencia actual es la gran especialización y técnica que ha alcanzado. El mejor antídoto será el mismo que se ha aplicado, en distintas formas, durante toda la historia humana, profesionales armados capaces y decididos.

Para que estos profesionales armados puedan defender con eficacia la sociedad a la que pertenecen, además del apoyo agradecido de dicha sociedad, deben recordar una máxima también muy conocida por los centuriones de las legiones romanas:



Prepárate para lo peor.
Lo sencillo se hace al momento.



EL CONCEPTO DEL ENFRENTAMIENTO ARMADO 1ª parte


EL CONCEPTO DEL ENFRENTAMIENTO ARMADO 2ª parte